La Santísima Cruz, que descansa desde el día anterior en la Parroquia de El Salvador, es trasladada al Templete, custodiada por su compañía de Armados y acompañada por las kábilas y los grupos cristianos, conformando una colorida y particular procesión de gloria, que discurre por las calles más representativas y pintorescas del casco histórico.
La bajada de moros y cristianos por la popular Cuesta de la Cruz es uno de los momentos más emblemáticos de las fiestas de la Vera Cruz.
Cuando la Patrona ya puede verse por la Cuesta de la Cruz, comienza el Parlamento entre el Rey Moro y el Rey Cristiano, una representación legendaria en la que ambos mantienen una tensa y emocionante disputa. Tras el diálogo, sin haber conseguido llegar a un acuerdo, los reyes y sus respectivos guerreros inician la batalla.
No durará demasiado, ya que tendrá lugar la Bendición de las Aguas, bañando en el Templete a la Santísima y Vera Cruz. Con este ancestral ritual, cuyo origen se remonta a la Edad Media, los agricultores pretenden que la Cruz les ayude a obtener un año de buenas cosechas. Los fieles se agolpan para intentar conseguir unas gotas del agua bendita.
Seguidamente se retoma el desfile de los Bandos Moro y Cristiano, junto a la Santísima y Vera Cruz, hasta llegar a la Parroquia de El Salvador, donde los devotos podrán adorar la Sagrada Reliquia.
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