Hubo un tiempo en el que la Comunidad Valenciana presumía de su poder financiero. Corrían los felices años del ladrillo. Y los valencianos contaban con tres potentes entidades financieras: Bancaja, la tercera más grande de España; la Caja de Ahorros del Mediterráneo, cuarta; y el Banco de Valencia. No había obra demasiado grande, ni proyecto demasiado caro. Y Bancaja y la CAM peleaban por ganarse el favor del president. Pero lo que Camps vendía como la fuerza financiera valenciana, acabó en ruina. Hoy, de aquellas tres entidades centenarias no queda nada.
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