“Jehová, pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo. Él vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano” (1 Samuel 24:15).
David no sabía porqué Saúl lo aborrecía injustamente. Pero, aunque tuvo la oportunidad, si David hubiera atacado a Saúl, hubiera dado razón a su odio, por ello, dijo a Saúl: “te perdoné” (1 Samuel 24:10).
Antes que vengarse de Saúl, David buscó mirarlo como Dios lo veía, era “el ungido de Jehová” (1 Samuel 24:6) y por lo tanto, Dios tendría que tratar directamente con él. Si Saúl actuaba mal, David no era el peor enemigo de Saúl sino Dios. En otras palabras David pasó el asunto a la máxima autoridad. Por eso dice: “Jehová, pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo” y describió tres cosas a las que estaría dispuesto a someterse: “Él vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano”. Por lo tanto, nunca actuó en contra de Saúl.
Cuando piensas que estás siendo tratado injustamente, ¿esperas en Dios?, ¿confías en él como Juez Justo? Mira a quien es más que David: el Señor Jesús. Él, en un momento infinitamente más doloroso, estando en la cruz: “encomendaba la causa al que juzga justamente”. Aprendamos a perdonar y a encomendar todas nuestras causas “a Dios el Juez de todos” (Hebreos 12:23).
“Oh Dios, sálvame por tu nombre, y con tu poder defiéndeme… Dios es el que me ayuda; el Señor está con los que sostienen mi vida” (Porciones del Salmo 54 escrito durante este periodo en la vida de David).
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