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Los límites del crecimiento económico -- Francisco Álvarez Molina
Gracias por la invitación, es algo que generalmente se dice como mínimo por educación pero espero al final de este encuentro transmitirles la sinceridad de mis palabras puesto que en el contexto en que nos encontramos se puede invitar a muchas personas a este tipo de actos y el hecho de que sea uno elegido, merece agradecimiento. Al mismo tiempo me da la ocasión de dar un punto de vista que quizás no escuchen muy a menudo. Quiero decir con esto que no soy propietario de la verdad de lo que les voy a contar, hay hechos que voy a describir y hay opiniones, y cuando haya opiniones las argumentaré. Y digo que no soy propietario de la verdad porque una de las características que estamos asistiendo con esta crisis es ésta. Muchas personas se presentan como si fueran propietarias de la verdad y luego descubrimos a veces poco tiempo después, que no es así. Yo no soy economista, mi vida que empezó por las matemáticas y la informática se trasladó después a la gestión bursátil, trabajé 24 años en la bolsa de parís y estuve dirigiendo la bolsa de valencia 6 años. Treinta años gestionando bolsas y mercados financieros. Soy hijo de emigrantes españoles, nací en el puente de Vallecas aquí en Madrid y mis padres se fueron en los años 60 como otras familias a Francia y gracias a sus esfuerzos tuve la suerte de estudiar y tener mi primer empleo, una vez terminadas mis carreras universitarias, en la bolsa de París donde como he indicado trabajé durante 24 años.
El punto de vista que os voy a dar no es algo que se escuche a menudo y merece reflexión. Vamos a empezar por los cromosomas del modelo económico en el que vivimos actualmente, dominado de una forma extraordinaria por el sistema financiero. No es nada nuevo, el sistema financiero siempre ha dominado las políticas y la historia, pero creo que sentimos muy fuertemente que este sistema marca las pautas de lo que estamos viviendo y evidentemente hay muchas características, pero a mí me parece importante el tema del crecimiento. Hay que crecer, es necesario, es una de las características que nos ha llevado a donde estamos. El crecimiento no puede ser infinito, nosotros crecemos pero tenemos un límite de crecimiento en tanto que seres humanos, y cuando se intenta que el crecimiento sea infinito, se llega a las burbujas que hemos vivido. Varias, como la tecnológica a principios del 2000, la de la vivienda... Burbujas y burbujas varias, porque es normal. Este vaso tiene un contenido finito, cuando lo lleno si quiero volverlo a llenar no tengo más remedio que vaciarlo, a lo mejor bebiendo el agua, es decir haciendo recortes, y entonces volverá un ciclo de decrecimiento para volver a llenarlo. Hay también una contradicción que no es natural porque todo crecimiento tiene un límite y vivimos en un planeta que está limitado. Este crecimiento se mide a nivel macroeconómico por el PIB (Producto Interior Bruto) y a nivel microeconómico por el beneficio de las empresas. Pero, ¿qué traduce el beneficio del PIB? Admiramos a los países cuyo PIB crece de año en año y a las empresas que tienen más beneficios cada vez. Diría que a las empresas que no tienen más beneficios no las admiramos y tampoco a los países cuyo PIB no crece. ¿Qué traduce el PIB? ¿Traduce que es una democracia o una dictadura? ¿Traduce una discriminación racial o no? Solo traduce más dinero, dinero por dinero. Sabiendo que la noción del dinero, sobre todo cuando el oro desaparece como patrón de referencia, es un pedazo de papel que tiene una referencia que es la que es, pero que no tiene que ver con los bienes raíces. A partir de ahí ponemos la maquina de billetes en marcha y hay dinero ficticio.
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