Camila caminaba lentamente por las calles de su pueblo natal. Era un pequeño asentamiento en las afueras de la metrópolis. En algún momento, cuando era una joven, Camila soñaba con irse para siempre y comenzar una vida en una gran ciudad. Veía tantas posibilidades allí, tantas formas en las que su propia vida podría desarrollarse. El pueblo, en algún momento, cayó en desgracia para la chica.
Y al principio, todo iba según lo planeado. Si no fuera por ese encuentro fortuito con Ismael en la pista de hielo cerca del centro comercial, todo podría haber resultado muy diferente. ¿Camila lamentaba que el destino la hubiera unido con una persona que desempeñó un papel tan significativo en su vida? Hace seis o siete años, la respuesta habría sido negativa, pero ahora Camila se encuentra en un enredo de emociones. Todo iba tan diferente de lo que debería haber sido. La vida se estaba desmoronando ante sus ojos y la joven solo podía observar. Todos sus esfuerzos por arreglar al menos algo no llevaron a nada. Sentía una constante culpa, autocompasión y miedo por el futuro.

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