Los agentes de la policía que investigaban la desaparición el 17 de noviembre de 1957 de Bernice Worden, propietaria y dependienta de la ferretería de Plainfield (Wisconsin), sospecharon que Ed Gein estaba implicado en el caso. Cuando entraron en su casa, encontraron el cuerpo desnudo de Worden colgado de los tobillos, decapitado, abierto por el torso y eviscerado. Entre otros macabros hallazgos, encontraron también diez calaveras a las que les había quitado la parte superior para servir de tazones y ceniceros, pantallas de lámparas y asientos hechos de piel humana, platos de sopa hechos con calaveras, más calaveras en los postes de su cama, los órganos de Bernice en el refrigerador, un cinturón de pezones humanos, una caja de zapatos con nueve vulvas y muchos más objetos hechos de partes de cuerpos humanos. Todos estos objetos fueron fotografiados y destruidos.
Al ser interrogado, Ed Gein admitió que abría las tumbas de mujeres recientemente fallecidas y robaba los cuerpos, llevándolos con su furgoneta a su casa donde curtía las pieles para hacer sus posesiones. También admitió haber asesinado a Mary Hogan, una camarera desaparecida desde 1954. Nunca fue probado ni admitido por él que cometiera canibalismo, y también negó haber tenido relaciones sexuales con las muertas, aduciendo que «olían muy mal».
Fue declarado enfermo mental y pasó el resto de sus días en una institución psiquiátrica donde se destacó por su buen comportamiento. Falleció en el verano de 1984, a la edad de 77 años por insuficiencia respiratoria.
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