Podemos tener dos actitudes en la vida: buscamos culpables, o nos levantamos a ayudar a las personas, dándoles un mensaje de esperanza, conforme es el modelo de Jesús, que es llevar esperanza.
El Evangelio de Jesús no puede acomodarse a nuestra conveniencia y comodidad. El Evangelio de Jesús es un evangelio práctico, de calle, sin comodidades, apegado al cielo y a la voluntad del Padre, condicionado a la necesidad de la gente y no a las comodidades del predicador.
Lucas 8:1: “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.”
El Evangelio de Jesús debe mostrarle mientras es predicado. La motivación no debe ser crecer, debe ser amar. Nadie puede pensar que el Evangelio sea para crecer y tener multitudes. Si quieres ser parte del mover de Dios, no se acumule en sus curules. La gente no seguía a Jesús solo para que los sanara, muchos lo seguían por agradecimiento. Todo aquel que abrace la visión de Jesús siempre tendrá financistas que promuevan esa visión.
Jesús vino, nos enseñó el camino, las formas, la motivación y nos dejó en esta tierra para continuar su labor, no para cambiarla. La culpa de lo que está pasando no es del diablo, es de las personas que tergiversaron el mensaje de Jesús. Él no reprende al diablo, cuando Él llega el diablo se va. La guerra espiritual se pelea haciendo la voluntad de Dios y trayendo la luz a los lugares de tiniebla.
Debes traer el Reino de Dios y permitir que su voluntad se haga. El Evangelio no se desarrolló en templos, se desarrolló en la calle, pero organizaciones se empeñaron en retener a Jesús en templos. Los templos no lavan de pecados, ni santifican, ni llevan al cielo. Estamos sacando a Jesús a la calle, mostrando su amor y benevolencia, y seguiremos llevándolo a donde nadie ha querido llevarlo.
Muchos quieren sanar enfermos, echar fuera demonios, pero son pocos los que dicen que desean ser como Jesús y alimentar a 5 mil personas. Estamos limpiándole la cara a la iglesia de este país y la gente está empezando a ver que Jesús no es solo palabras, sino hechos, y para continuar esta labor no podemos ser sectarios ni acusadores.
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