Aleccionadora metáfora sobre la riqueza que puede surgir de nuestras heridas. Para aprender a rellenar nuestras grietas con oro y plata, sentirnos orgullosos de lucirlas cuando la ocasión se presta.
Para aprender a sentir cuan ricos somos ahora que estando rotos hemos fijado esos pedazos de nosotros mismos que una vez se esparcieron por el suelo.
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