La vida de obediencia perfecta de Jesús se tradujo en justicia absoluta, por lo cual la muerte no le pudo retener (Hch 2.24), siendo esto la evidencia irrefutable de que es lo que dijo ser, Hijo de Dios (Rom 1.4). Por tanto, para tener el derecho de ser llamados hijos de Dios, se requiere obedecer toda la ley de la misma manera que Jesús lo hizo, y alcanzar Su mismo nivel de justicia. Todo hombre con un mínimo de sensatez sabe que tal cosa resulta imposible. Es por esto que la salvación es sólo por la fe en Jesús, la cual Él ofrece gratuitamente en el Evangelio (Ef 2.8-10).
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