El hombre de Dios se demuestra sabio por el buen temperamento de su mente y por el buen gobierno de su lengua. Es cuidadoso cuando habla, porque habla conforme al propósito de Dios.
Texto Bíblico:
11. Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.
12. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?
Santiago 4:11-12
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