Jairo Guillén tenía cuatro casas y una recuperadora de metal en el sector La Vega II, del sur de Maracay. Vendía material para el reciclaje, pero también se las ingeniaba para usar lo que otros consideraban basura y llegar hasta armar un vehículo. Sin embargo, toda su vida cambió cuando el Lago de Valencia inundó sus viviendas y taller. Hoy habita el techo de una de sus casas, a la espera de ser indemnizado por el gobierno.
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