¿Pero sabías que en las culturas prehispánicas también existieron dioses del trueno?
Los Mayas tenían a Chaac: vivía en las cuevas y en los cenotes de Yucatán. Era un dios con apariencia de anfibio. Una de las ofrendas en su honor era arrojar jóvenes a los cenotes: los que sobrevivían se les consideraba personas que adquirían poderes.
Los Aztecas veneraban a Tlaloc quien era muy temido cuando había inundaciones. Tlaloc recibía las mejores ofrendas humanas: niños pequeños, que cuando lloraban significaba buena suerte porque las lágrimas se asociaban a las gotas de la lluvia.
Los incas adoraban a Illapa. El dios que había llenado una jarra de agua de la vía láctea. En épocas de sequía se le hacían peregrinaciones y los perros de color negro eran puestos a pasar hambre y sed para que el dios sintiera lastima de ellos e hiciera llover.
Illapa, Chaac y Tlacloc eran temidos y respetados. Se les daba las gracias por la lluvia y se les temía por la misma razón.
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