La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha justificado este lunes los protocolos de triaje que impidieron el traslado de miles de ancianos enfermos con coronavirus desde las residencias a los hospitales en lo peor de la pandemia (”No garantizaban la supervivencia”); ha intentado defenderse de las críticas consecuentes atacando a la izquierda (”Es inhumana, no tiene corazón y es excéntrica”), y ha derivado la responsabilidad de lo ocurrido al Gobierno de la nación, entonces formado por el PSOE y Podemos (“Eran los responsables en las residencias y no hicieron nada”), pese a que las competencias las tenía Madrid. Menos de una semana después de reavivar la polémica por esas 7.291 muertes con una frase en la Asamblea (”No se salvaban en ningún sitio”), la intervención de la líder conservadora, hecha por voluntad propia, sin pregunta mediante, y en un desayuno informativo, muestra que este tema es una herida imposible de cerrar, quizás el flanco más débil y trágico en la gestión de la baronesa, que ha cambiado una y mil veces los argumentos con los que ha intentado explicar sus decisiones en la materia. “Están a un paso de acusarnos de genocidio, y no lo voy a tolerar”, ha dicho este lunes, rodeada por un público enfervorizado y encorbatado.
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