Marisol recibe a su hija, Lorena y a su hijo, David, en su casa pues se acaba de separar. La convivencia resulta difícil por la actitud amargada y siempre en reclamo de Lorena, quien ve la vida a través del cristal más oscuro. Sin embargo, Marisol disfruta enormemente a su nieto David por su ingenio y simpatía. Su relación cada día es más estrecha y amorosa, situación que Lorena no ve con buenos ojos.
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