El Vaticano ha anunciado en la mañana de este viernes la excomunión de oficio del ex nuncio apostólico en los Estados Unidos Carlo Maria Viganò. El motivo esgrimido por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, hecho público mediante un comunicado, es el de ser declarado culpable «del delito reservado de cisma», tras haber comprobado el tribunal la pretensión del acusado de abandonar la comunión con el Sumo Pontífice y la Iglesia católica.
Según detalla la nota hecha pública por la Santa Sede, «el 4 de julio de 2024, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe se reunió para concluir el proceso penal extrajudicial» contra monseñor Carlo Maria Viganò, actual arzobispo titular de Ulpiana, «acusado del delito reservado de cisma».
Amparado y argumentado en la notoriedad de su actitud, el fallo prosigue que «son bien conocidas sus declaraciones públicas, de las que resulta su negativa a reconocer y someterse al Sumo Pontífice, de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sujetos y de la legitimidad y autoridad magisterial del Concilio Ecuménico Vaticano II».
Por tanto, no quedaba otra al término del citado proceso penal que Viganò fuera declarado «culpable del delito reservado de cisma», decretando la «excomunión latae sententiae». La remoción de la censura en estos casos, advierte el texto «está reservada a la Sede Apostólica». La decisión fue comunicada al que fuera nuncio apostólico en los Estados Unidos el presente día, 5 de julio de 2024, minutos antes de que se publicara el mencionado documento.
Hace apenas dos semanas, el arzobispo fue citado a Roma para defenderse de las acusaciones, petición que este no solo rehusó, sino que filtró además a los medios de comunicación. El plazo para presentar un escrito de defensa o remitir a un abogado iba desde el 20 de junio hasta el 28 del mismo mes, por lo que, pasado el plazo, le fue asignado un letrado de oficio.
La noticia apenas ha creado polémica, pues monseñor Viganò ha declarado en no pocas ocasiones que no reconocía la legitimidad del papa Francisco, ni del último Concilio. Al excomulgado, de esta manera, le queda prohibido celebrar tanto la Eucaristía como el resto de los sacramentos, además de participar en las ceremonias del culto litúrgico y ejercer cargos, ministerios o funciones eclesiásticas.
No obstante lo anterior, la excomunión se le plantea al condenado como un castigo medicinal que invita al arrepentimiento, por lo que siempre se reza y nunca se deja de esperar la vuelta de la persona al seno de la Iglesia de Roma.
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