En junio del 2000, dos hombres armados robaron un banco en Seattle, Washington, y huyeron a pie mientras varios oficiales los perseguían. Uno de los pistoleros fue baleado en un tiroteo con la policía; el otro escapa después de asaltar a una familia y usar su casa como escondite. La familia ayudó a los agentes del FBI a identificar al individuo, de quien se sospechaba era autor de varios otros robos. Los equipos SWAT en Seattle, en conjunto con el FBI, revisaron la casa de la madre del asaltante y encontraron municiones que coincidieron con la utilizada en el robo del banco; además, los agentes incautaron varios documentos del sujeto que no solo lo relacionaban con una red criminal internacional, sino que también les proveyó a los investigadores de información con registros de internet que los condujo a creer que a pesar de que podía estar residiendo en la casa de su madre en Montego Bay, era más probable que siguiera en Seattle. Después de esconderse durante siete meses, el individuo se entregó al FBI y fue sentenciado a veintitrés años en prisión por asalto y robo.

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