Canal Bartimeo
Descubriendo la importancia de llevar una vida cristiana
La Esperanza
La virtud de la esperanza se corresponde con el anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; este anhelo protege del desaliento, sostiene en todo desfallecimiento, dilata el corazón. Vivir es una tarea, y nadie está dispensado de buscar la felicidad. Disponemos de inteligencia, libertad y tiempo: estos tesoros no son para malgastarlos.
«A lo largo de su existencia, el hombre tiene muchas esperanzas, más grandes o más pequeñas, diferentes según los períodos de su vida. A veces puede parecer que una de estas esperanzas lo llena totalmente y que no necesita de ninguna otra. Sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, en realidad, no lo era todo».
Las esperanzas humanas son limitadas: está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar».
Sin la gran esperanza del Cielo, los hombres no encontramos sentido a la existencia. La perspectiva de nuestra desaparición con la muerte cierra el horizonte y reduce las esperanzas humanas a una aventura –casi siempre acompañada de sufrimientos– hacia logros que de por sí no proporcionan toda la felicidad deseada. «Necesitamos tener esperanzas –más grandes o más pequeñas– que día a día nos mantengan en camino. Pero sin la gran esperanza, que ha de superar todo lo demás, aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar».
Nuestra casa en el mundo no es definitiva: «este mundo es camino para el otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar». Lo importante es llegar a puerto.
Y esta esperanza se puede considerar así: «el mismo Dios que nos ha destinado al cielo, ha tomado todas las medidas para lograr ese objetivo. Por eso, más que alimentar esperanzas de la bienaventuranza eterna, la esperamos como quien aguarda un tren»
La esperanza no es compatible con la pasividad, la pereza y la falta de sacrificio: cuando se desea un futuro mejor es necesaria la acción, no basta con esperar que las cosas ocurran a causa de factores externos. No se trata tampoco de aguardar, sino de alcanzar; y junto al ejercicio de la paciencia -saber esperar– se requiere audacia, asumir los riesgos, modificar los proyectos, ejercer la fortaleza necesaria para superar obstáculos que se oponen.
Música: www.motionarray.com
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