Este domingo, el pastor Miguel Núñez continuó con la serie Hasta los confines de la tierra predicando el sermón Lecciones de ayer para la iglesia de hoy basado en Hechos 15:1-21.
Hechos 15:1-21 habla de un tema que puede parecer irrelevante hoy en día: el debate de la circuncisión de los gentiles para alcanzar salvación. Sin embargo, la palabra de Dios establece qué Dios registró los eventos de Su pueblo en el pasado para la enseñanza de nosotros hoy.
El primer problema que nosotros comenzamos a ver es que algunos provenientes de Judea sin identificación y autorización comienzan a enseñar que la circuncisión era necesaria para la salvación. Esta enseñanza amenazaba el evangelio porque contradice el anuncio de la salvación en Cristo Jesús por gracia, sin la participación de ninguna obra. El segundo problema es que estos hombres comenzaron a opinar y enseñar una doctrina contraria al evangelio sin haber consultado con sus líderes, así sembrando zancadillas y dividiendo a la iglesia. Finalmente, vemos el tercer problema: que la doctrina enseñada ponía en juego el evangelio mismo.
El versículo 2 nos dice que Pablo y Bernabé tuvieron gran disensión y debate con ellos. De ahí origina la decisión de subir a Jerusalén a los apóstoles y a los ancianos para tratar esta cuestión. De camino ahí, pasaron por Fenicia y Samaria, relatando detalladamente la conversión de los gentiles, y causaban gran gozo a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén (v.4) fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y los ancianos, e informaron de todo lo que Dios había hecho con ellos. Como podemos ver, esta era una iglesia sometida a su liderazgo.
Pero al igual que en toda iglesia, había un grupo que disintió (v.5), sin buena base doctrinal. Estos eran de la secta de los fariseos—lo que hoy llamaríamos “legalistas”—que habían creído y abrazado el evangelio, pero no estaban dispuestos a des-abrazar la circuncisión y la ley de Moisés. El evangelio corre peligro cada vez que alguien quiere quitarle o agregarle a su contenido. Si para salvarte necesitas hacer algo más que arrepentirte de tus pecados en base al sacrificio que Cristo hizo en la cruz y recibir Su perdón por gracia y depositar tu fe en Él como Señor y Salvador, ese no es el evangelio. Pedro establece que Dios permitió que los gentiles oyeran el Evangelio y creyeran (v.7) y les concedió a los gentiles El Espíritu Santo al igual que a los judíos sin ningún otro requerimiento (v.8). Dios no hizo distinción entre los gentiles y judíos (v.9) y la salvo a ambos por gracia (v.11).
Ya Pablo y Bernabé habían hablado en Antioquía y Jerusalén y ahora se levantó la cabeza de la iglesia de Jerusalén: Jacobo (v.13-18). Jacobo menciona que Dios re-edificaría el tabernáculo de David, haciendo referencia al reinado de Cristo quien vino a reemplazar a David permanentemente. El habla de que Dios estaba haciendo esto para que “los hombres busquen al Señor, y todos los gentiles que son llamados por mi nombre”, algo que se sabía desde tiempos antiguos. Luego, reconociendo que la Iglesia estaba compuesta de judíos y gentiles, Jacobo recomienda cosas de las cuales los gentiles se debían abstener como ídolos, fornicación y violencia (v.19-21) ya que podían ser de piedra de tropiezo para los judíos.
Aplicación:
(1) Cada creyente debe tener claro lo que es y lo que no es el evangelio, sobre todo en la medida en la medida en que el evangelio sigue avanzando hacia nuevos territorios.
(2) Hay cosas de las cuales el cristiano tiene que abstenerse porque son puramente pecaminosas.
(3) Pero hay otras de las cuales el cristiano tiene que abstenerse por amor a su hermano.
(4) En toda iglesia, hay gente con mayor y menor grado de santificación y por tanto aquellos que son más maduros tienen que ser más pacientes con los que vienen detrás hasta que ellos vayan madurando y entendiendo.
(5) Lo peor que un miembro de una iglesia puede hacer es comenzar a enseñar una doctrina contraria a la que los líderes de la iglesia han enseñado; eso es divisivo y Dios odia la división de Su iglesia.
(6) Cristo rompió el velo de separación entre el hombre y Dios el día que murió; a partir de ahí, el hombre tiene acceso libre al trono de la gracia y no hay distinción entre judíos ni gentiles.
(7) El agregar obras al sacrificio de Cristo en la cruz es como querer coser el velo nuevamente que ya fue quebrantado.
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