El Día de San Valentín o Día de los Enamorados se celebra el 14 de febrero y tiene su origen en el siglo III, momento en que un sacerdote llamado Valentín se opuso al emperador Claudio II, quien había prohibido la celebración de matrimonios entre los jóvenes pues consideraba que los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras y vínculos sentimentales. Ante esta situación, Valentín comenzó a celebrar en secreto matrimonios para jóvenes enamorados, por lo que se le empezó a conocer como el patrón de estos. Al enterarse, Claudio II sentenció a muerte a Valentín, que murió el 14 de febrero del año 270, alegando desobediencia y rebeldía. Un par de siglos después, el papa Gelasio I quiso conmemorar su muerte por lo que lo convirtió en santo y añadió el día de su ejecución al calendario litúrgico para celebrar el amor. También servía para cristianizar la fiesta romana de las Lupercalia, que tenían lugar el 15 de febrero, en las cuales los jóvenes solteros corrían desnudos y untados en aceite por la ciudad con una piel de cabra hecha tiras en la mano. Con ella, azotaban a quienes se encontraban a su paso, sobre todo a las jóvenes casaderas, un acto que estaba estrechamente vinculado a la fertilidad. De hecho, hasta el siglo XIV, San Valentín se vinculó a la fertilidad, pero el poeta inglés Geoffrey Chaucer alabó en su obra “Parlement of Foules” a este santo como patrón de los enamorados. En cuanto a la comercialización de esta celebración, la precursora fue la estadounidense Esther A. Howland que, en la década de 1840, vendió en Massachusetts tarjetas con dibujos románticos por unos centavos que se convirtieron en todo un éxito. El símbolo principal de San Valentín es Cupido y se suele celebrar haciendo regalos al compañero sentimental, como flores o chocolate. Cabe destacar que algunos países como Finlandia, Estonia, Dinamarca o Noruega no celebran este día el amor de pareja, sino la amistad. Finalmente, a modo de curiosidad, San Valentín también es el patrón de los epilépticos puesto que entre los siglos XIV y XV multitud de personas que padecían esta enfermedad, atribuida a una maldición del demonio, peregrinaron al Priorato de San Valentín, un monasterio en la frontera entre Francia y Alemania, para curarse de su condición neurológica.
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Créditos: www.flaticon.com
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