Madrugar todas las mañanas. Llevar las ovejas al monte, con frío o con calor. Dedicar largas jornadas de campo para cuidar bien al rebaño. E incluso sacrificar el día a día para mantener esta histórica tradición. Eso sí, como siempre, de la mano de un fiel perro pastor.
El pastoreo. Una forma de vida milenaria, tan dura y exigente como necesaria, para conservar las cosas auténticas de la vida.
Ternasco de Aragón. Historia, pasión, dedicación, territorio y carácter.
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