El castillo de Eilean Donan

El castillo de Eilean Donan se levantaba, desafiante, sobre la isla que el lago Duich no se atreve a inundar con sus aguas.

Debe su nombre a un santo cristiano llamado Donan, que en su misión evangelizadora de la isla parece que construyó en el lugar una primitiva iglesia, aunque seguramente estuvo habitada con anterioridad.

La estampa fotográfica y poética que ofrece la fortaleza ha llamado hoy la atención de varios directores de cine por su belleza, pero antaño su principal valía era la ubicación estratégica, que la convertía en un lugar inexpugnable para asediantes vikingos o reyes ingleses que quisieran invadirla.

Al levantar el puente, la isla de Donan quedaba incomunicada y al enemigo sólo le valía la paciencia del asedio durante varios meses si quería tomar la construcción.

Poco queda del gran primer castillo que se levantó a inicios del siglo XIII, bajo el mandato del rey escocés Alejandro II, y que poco después pasaba a ser un bastión del poderoso Clan Macrae y sus aliados los Mackenzie.

Jugó un papel importante en las guerras de independencia de Escocia. Aquí dicen que se refugió el padre de la patria, Robert de Bruce, para preparar su llegada al trono y a gobierno del país.

La destrucción del castillo de Eilean Donan (o Ilen Donan) llegó en las luchas de las guerras Jacobitas, cuando los partidarios de los Mackenzies se refugiaron en la fortaleza sin tener en cuenta que ya no estaban en la Edad Media, sino a inicios de siglo XVIII. La pólvora se había inventado, y los cañones de la armada inglesa convirtieron en escombros los muros que fueron antaño recinto infranqueable.

El castillo permaneció cerca de 200 años a merced de la lluvia y los vientos, totalmente abandonado. A inicios del siglo XX, un miembro del antaño poderoso Clan Macrae, John MacRae-Gilstrapn, llevó a cabo una restauración del castillo y unas décadas más tarde era abierto al público y convertido en uno de los monumentos turísticos más visitados de Escocia.

El castillo, por dentro, no cuenta con la grandeza o la monumentalidad de otras fortalezas escocesas. Tampoco posee la Historia del castillo de Edimburgo o de Stirling; pero sin embargo aventaja a todos en sus parajes, en la capacidad para fusionarse con el verde y oro que lo circundan y ofrecer al objetivo del viajero una foto que quedará por siempre en la memoria.

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Aquí se rodó la famosa serie de Outlander.

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