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No existe una terapia única y eficaz, de manera general, para el tratamiento de la dermatitis atópica. Las terapias que podemos emplear para el control de esta enfermedad se resumen en tres grandes grupos: tratamiento tópico, inmunoterapia y tratamiento médico antipruriginoso.
Dra. Carmen Lorente Méndez, DVM, PhD, DipECVD
Centro de Dermatología Veterinaria ADERVET
www.adervet.com
Imágenes cedidas por la autora
La dermatitis atópica es una enfermedad compleja, crónica y muy frecuente en la población canina. Su definición universalizada es: enfermedad cutánea inflamatoria y pruriginosa condicionada genéticamente, frecuente en perros, con unos signos clínicos característicos y asociada a la presencia de anticuerpos IgE frente a alérgenos ambientales.
Conceptos clave
Para conseguir el éxito en el tratamiento de esta compleja enfermedad es importante afianzar algunos conceptos relacionados con la misma y remarcados claramente en su definición:
Condicionada genéticamente
Implica que acompañará toda la vida al animal y, por lo tanto, no es curable, como no es “curable” que un perro siga siendo perro toda su vida. Esto remarca la importancia de realizar un correcto diagnóstico de la condición atópica del individuo.
Por un lado, existe una alteración del sistema inmunitario, que está predispuesto a hiperreaccionar frente a sustancias inocuas para la mayoría de la población (teoría de dentro a fuera).
Por otro lado, se ha visto que existe una alteración intrínseca de la barrera cutánea que predispone a la penetración de los alérgenos, a la colonización y proliferación de microorganismos y a las alteraciones inflamatorias que ocurren en la piel.
Enfermedad cutánea inflamatoria y pruriginosa
Pero, hay otros procesos que entran en esta condición: enfermedades parasitarias pruriginosas (sarna sarcóptica, cheileteliosis y sarna notoédrica, entre las más frecuentes) y otras alergias (dermatitis alérgica a la picadura de la pulga, reacción adversa a los alimentos). El diagnóstico de la dermatitis atópica es exclusivamente clínico, por lo que se diagnosticará en aquel individuo con un proceso pruriginoso primario no asociado a parásitos, pulgas o alimentos.
Un animal atópico puede también tener otras alergias concurrentes como a las pulgas o a los alimentos. También se ha definido la dermatitis atópica desencadenada por los alimentos. Tanto el diagnóstico como el tratamiento de la dermatitis atópica pueden verse complicados por estas condiciones.
La inflamación y el prurito predisponen a la colonización, multiplicación e infección de la piel por microorganismos (bacterias, Malassezia) que empeoran el cuadro clínico al producir una mayor inflamación y prurito.
Asociada a la presencia de IgE frente a alérgenos ambientales
Esto nos indica que es una disregulación del sistema inmunitario del animal que provoca hipersensibilidad frente a sustancias dispersas en el medio ambiente.
Actualmente se reconoce otra condición denominada atopic-like dermatitis (dermatitis similar a la atopia), con las mismas características que la DA, pero sin evidencia demostrable de una respuesta IgE a alérgenos ambientales.
Esto remarca la importancia del diagnóstico clínico de la enfermedad. El diagnóstico no puede basarse en un resultado positivo o negativo a las pruebas de alergia, ya que se ha demostrado la existencia de animales con elevación de IgE frente a determinados alérgenos sin por ello ser atópicos y la existencia de animales con atopic-like dermatitis en los que no se pueden detectar una elevación de IgE alérgeno-específicas. Por otro lado, a lo largo del año el animal atópico puede tener épocas de anergia por una carga elevada de alérgenos en las que pueden no detectarse elevación de IgE. Con ello insistimos en la importancia de las pruebas de alergia como herramienta para poder determinar las sustancias a incluir en una inmunoterapia como forma de tratamiento, pero nunca como prueba diagnóstica de la dermatitis atópica.
El sistema inmunitario de los animales atópicos hiperreacciona frente a sustancias que no causan daño a la mayoría de la población y que están dispersas en el medio ambiente. Una forma de controlar una enfermedad alérgica es evitar el contacto con la sustancia que la produce: la evicción es un tratamiento posible en la dermatitis alérgica a la picadura de las pulgas y en la reacción adversa a los alimentos, pero evitar el contacto con ácaros del polvo o con pólenes que viajan en el aire es imposible.
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Juan Gonzalo Angel
www.tvagro.tv
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