Adolf Hitler es quizá el hombre más odiado de la historia por arrastrar al mundo a la II Guerra Mundial. Pero en su juventud, sus sueños eran mucho más pacíficos: quería ser artista. En este vídeo documental en español os contamos la historia de Adolf Hitler como pintor. #historia #documental #biografia
De niño, cuando alguien le preguntaba qué quería llegar a ser, Adolf respondía siempre lo mismo: “Un gran pintor”. En agosto de 1939, ya con 50 años y convertido en el hombre más poderoso de Europa, aseguró a sir Nevile Henderson, embajador británico en Berlín, que él era “un artista, no un político”, y que deseaba acabar sus días “como artista”. Unos días después, el 1 de septiembre, las tropas alemanas invadieron Polonia.
Vayamos al punto de partida: ¿cómo surgió el entusiasmo del futuro Führer por el arte? En su familia no había antecedentes artísticos; su padre, Alois Hitler, era un severo y distante oficial del Servicio Imperial de Aduanas de los Habsburgo, un funcionario que consideraba un capricho infantil la afición de su hijo por el dibujo y la pintura. Su madre, Klara, casi 23 años más joven que su padre –de hecho, era la tercera esposa de Alois–, era un ama de casa afable y comprensiva que lo adoraba, sin ningún interés por las actividades creativas. La pareja llegó a tener seis hijos, aunque solo dos sobrevivieron a la niñez.
En cualquier caso, Adi, como lo llamaba su familia, fue un niño inquieto, testarudo y siempre con un lápiz en la mano: en clase desatendía a menudo las explicaciones de los profesores y se ensimismaba dibujando en sus cuadernos. Sin embargo, sus notas eran buenas y los maestros lo consideraban un alumno espabilado.
Las cosas cambiaron cuando empezó su educación secundaria en la Realschule (la Escuela práctica) de la ciudad austriaca de Linz. Su padre deseaba que estudiara allí como primer paso para que su vástago acabara siendo lo mismo que él: funcionario de aduanas. Adolf accedió a hacerlo solo porque había una asignatura de Dibujo, su pasión, la única en la que sacó buenas notas con regularidad. Repitió su primer curso, y los profesores lo tenían por un vago. Además, su carácter se hizo más introvertido y sus enfrentamientos con su progenitor eran cada vez más frecuentes.
Muchos años después, en 1925, Hitler justificaría su pésimo rendimiento académico en Mein Kampf (Mi lucha), el famoso libro autobiográfico en el que también expresó su ideología. En sus páginas escribió: “Creía que cuando mi padre viese lo poco que adelantaba en la Realschule, me permitiría dedicarme a mi propio sueño, le gustara o no”. Sin embargo, son palabras que hay que tomar con cierta precaución, ya que los historiadores han descubierto numerosas inexactitudes y contradicciones en el relato autobiográfico de Hitler, cuando no mentiras descaradas.
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Guion: Manuel Rus
Edición, audio y vídeo: Pedro Estrada
Música: 'Ride of the Valkyries', de Richard Wagner
