Impartida por Pablo de la Riestra en el Centro de Estudios Brasileños de la Universidad de Salamanca.
El barroco en Brasil siguió más de cerca al metropolitano que el de la América española. Entre las características más reconocibles del barroco luso se cuentan la utilización de azulejos y la talla dorada invadiendo superficies completas de los templos. Mayor independencia del arte portugués muestra el período tardobarroco en Minas Gerais donde, entre otros, destaca la figura del escultor y arquitecto Francisco Antônio Lisboa, más conocido como O Aleijadinho. Su arte es, en cierto sentido, “mestizo”.
Por cuestiones específicas de la historiografía del arte occidental, Europa mal conoce el valor de estas obras coloniales, pese a que ya en la década de 1950 el historiador francés Germain Bazin dedicara dos tomos a "L’ Architecture réligieuse baroque au Brèsil" – libros que siguen siendo referencia obligada de los estudiosos de hoy.
Como diferencia destacable con Europa, los conjuntos brasileños mejor conservados presentan una gran homogeneidad, ya que fueron erigidos en un único período, el barroco. Es decir, falta aquí la típica superposición de épocas desde el románico hasta la modernidad, propia de las ciudades portuguesas, lo que les otorga, en contrapartida, gran uniformidad estilística.
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