Canal Bartimeo
Descubriendo la importancia de llevar una vida cristiana
El optimismo cristiano
Cada día, un cristiano, un hombre bueno, intenta sobrellevar las dificultades que de por sí trae la vida sin pretender cargarlas sobre los hombros de los demás, quizá demasiado débiles para tanto peso. Si de verdad quiere a los suyos, procura no ser derrotista, busca lo positivo, el lado bueno de la vida, de las personas, de las cosas y de los acontecimientos.
El que aprende a vivir con un sentido positivo de la vida, a caminar por la acera soleada, tendrá amigos. En el fondo, todo el mundo querría tener un alma alegre y llena de este espíritu positivo; esta cualidad es tan apreciada como un vaso de agua en el desierto. El hombre, la mujer que sabe ver lo bueno de los demás tiene un claro espíritu ganador. Del pesimista huyen todos. Su premio es la soledad.
El primer remedio y principal es vivir con mayor hondura la filiación divina: saber, ser conscientes y sentirnos hijos de Dios, y acudir a nuestro Padre Dios con confianza.
El segundo remedio: tener en cuenta la ayuda de los demás, No estamos solos. Muchos nos aprecian y valoran y, si nos dejamos ayudar, encontraremos un firme apoyo para alcanzar nuestros proyectos y salir de esos estados de ánimo pesimistas. Un optimismo así no es dulzón ni perezoso.
Hay quien entiende por optimismo confiar en que todo saldrá bien, todo se solucionará a pesar de las objetivas y evidentes realidades que hacen suponer la imposibilidad de lo que desean o intentan. Esto no es optimismo, es quimera y, sobre todo, puede ser pereza o superficialidad.
Música: www.motionarray.com
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