Esta es la historia de un hombre que era prisionero del rey, después de muchos intentos el hombre logró escapar de su celda y corrió lejos de allí.

Mientras caminaba sin rumbo llegó hasta donde un león que yacía en el suelo gimiendo de dolor. El león, al ver al hombre le suplicó:

Por favor, necesito que me ayudes, te lo ruego, estaba caminando y me tropecé con un espino y una púa se enterró en mi pata, estoy muy adolorido y no logro sacarla yo mismo.

El hombre, sin dudarlo, se acercó a él y lo examinó con cuidado para no lastimarlo más, le extrajo la espina, lavó y curó su herida. El león estaba sumamente agradecido por la bondad del hombre y para demostrarle su agradecimiento lo invitó a su cueva, donde compartió con él su alimento.

Varios días después, ambos fueron capturados por los hombres del rey y fueron separados. El hombre fue condenado a luchar en la arena contra un animal salvaje.

Cuando llegó el día y el hombre estaba en la arena vio como liberaban un terrorífico león, el león rugía furioso y se acercó a su víctima, pero entonces reconoció al hombre que le había quitado la espina y curado su herida, así que se lanzó a él pero para lamerlo y abrazarlo, feliz por haberlo encontrado de nuevo.

Todos estaban sorprendidos, sobre todo el rey, que al ver la escena perdonó al hombre y lo dejó libre junto al león.

Recuerda que los buenos actos siempre son recompensados.

La vida se trata de cosechar lo que sembramos, por eso procura sembrar las mejores semillas, siembra amor, compasión, empatía, amistad y así en el futuro cosecharás los mejores frutos.

Narración: Liliana Gonzalez

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Música:
Kevin MacLeod (incompetech.com)
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