Nefi es lleno con el Espíritu de Dios y confunde a sus hermanos con el poder que hay en él.
Lamán y Lemuel se burlan de Nefi cuando se enteran que construirá un barco. Nefi les recuerda de los tratos benéficos de Dios con sus antepasados, los hijos de Israel. También les recuerda que ellos mismos han visto un ángel y que el Señor les ha hablado. Mientras Nefi habla con sus hermanos está lleno del Espíritu de Dios. Lamán y Lemuel están enojados y desean tirar a Nefi a las profundidades del mar pero temen contender con él. Días después, el Señor manda a Nefi a que extienda su brazo hacia sus hermanos para que pueda sacudirlos. Cuando lo hace, Lamán y Lemuel finalmente confiesan que saben que el Señor está con Nefi.
Basado en 1 Nefi 17:17–55:
17 Y cuando vieron mis hermanos que estaba a punto de construir un barco, empezaron a murmurar contra mí, diciendo: Nuestro hermano está loco, pues se imagina que puede construir un barco; sí, y también piensa que puede atravesar estas grandes aguas.
18 Y así murmuraron mis hermanos contra mí, y no quisieron trabajar, pues no creyeron que yo era capaz de construir un barco, ni creían tampoco que había recibido instrucciones del Señor.
19 Y ahora bien, aconteció que yo, Nefi, me sentí sumamente afligido a causa de la dureza de su corazón; y cuando ellos vieron que empezaba a afligirme, se alegraron sus corazones al grado de que se regocijaron por causa de mí, diciendo: Sabíamos que tú no podías construir un barco, pues sabíamos que te faltaba juicio; por tanto, no puedes ejecutar tan grande obra.
20 Tú te pareces a nuestro padre, que se dejó llevar por las imaginaciones locas de su corazón; sí, nos ha sacado de la tierra de Jerusalén, y hemos andado errantes por el desierto estos muchos años; y nuestras mujeres han trabajado, aun estando embarazadas; y han dado a luz hijos en el desierto, y han padecido todo menos la muerte; y habría sido mejor que ellas hubieran muerto antes de salir de Jerusalén, que haber pasado por estas aflicciones.
21 He aquí, hemos padecido en el desierto estos muchos años; y durante este tiempo hubiéramos podido disfrutar de nuestras posesiones y de la tierra de nuestra herencia; sí, y hubiéramos podido ser dichosos.
22 Y sabemos que el pueblo que se hallaba en la tierra de Jerusalén era justo, porque guardaba los estatutos y juicios del Señor, así como todos sus mandamientos según la ley de Moisés; por tanto, sabemos que es un pueblo justo; y nuestro padre lo ha juzgado, y nos ha sacado porque escuchamos sus palabras; sí, y nuestro hermano es semejante a él. Y con esta clase de palabras mis hermanos murmuraban y se quejaban de nosotros.
23 Y aconteció que yo, Nefi, les hablé, diciendo: ¿Creéis vosotros que nuestros padres, que eran los hijos de Israel, habrían sido librados de las manos de los egipcios si no hubiesen escuchado las palabras del Señor?
24 Sí, ¿suponéis vosotros que habrían sido conducidos fuera del cautiverio si el Señor no hubiese mandado a Moisés que los librara de la esclavitud?
25 Vosotros sabéis que los hijos de Israel se hallaban en la esclavitud; y sabéis que estaban sobrecargados con tareas gravosas de soportar; por lo tanto, sabéis que debe haber sido cosa grata para ellos ser librados de su servidumbre.
26 Y vosotros sabéis que Moisés recibió del Señor el mandamiento de hacer esa gran obra, y que por su palabra se dividieron las aguas del mar Rojo, a uno y otro lado, y cruzaron por tierra seca.
27 Pero sabéis que los egipcios que componían los ejércitos de Faraón se ahogaron en el mar Rojo.
28 Y también sabéis que los hijos de Israel fueron alimentados con maná en el desierto.
29 Sí, y también sabéis que Moisés, por su palabra, según el poder de Dios que había en él, hirió la roca, y salió agua, para que los hijos de Israel calmasen su sed.
30 Y a pesar de ser guiados, yendo el Señor su Dios, su Redentor, delante de ellos, conduciéndolos de día y dándoles luz de noche, y haciendo por ellos todo cuanto al hombre le era propio recibir, endurecieron sus corazones y cegaron sus mentes e injuriaron a Moisés y al Dios verdadero y viviente.
31 Y aconteció que según su palabra los destruyó; y según su palabra los guio; y según su palabra hizo por ellos todas las cosas; y no se hizo nada salvo que fuese por su palabra.
32 Y después que hubieron cruzado el río Jordán, él los hizo fuertes para arrojar a los habitantes de esa tierra, sí, para esparcirlos hasta su destrucción.
33 Y ahora bien, ¿pensáis vosotros que los habitantes de esa tierra, que se hallaban en la tierra de promisión, y que fueron echados por nuestros padres, pensáis vosotros que eran justos? He aquí, os digo que no.
34 ¿Pensáis vosotros que nuestros padres hubieran sido más favorecidos que ellos si estos hubiesen sido justos? Yo os digo que no.
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