Con esta obra maestra cerraba Antonio Martín un ciclo de colaboración con La Salle-Viña que cubrió de oro al tango viñero y que cambió la línea de la musicalidad de los tangos en la década de los 90. Finalmente, la conclusión de esta etapa queda plasmada en la letra de este primer tango de Arde Gadir:
Dicen que el tango es fuego;
dicen, y no me extraña,
que quema las entrañas
cuando se canta desde la Viña.
Dicen que es un veneno
que se mete en la sangre,
y es demasiado tarde para un sedante
cuando te pilla.
Dicen que una mañana, como una barca,
llegó del mar,
y al ver nuestra Caleta, sobre la arena volcó su sal...
Le hicieron compás las olas,
y al arrullo de la orilla
lo cantó una caracola,
lo bailaron las barquillas;
lo bailaron las barquillas cuando muriendo estaba la tarde,
"¡madre del alma! qué arte más grande
vino a parirse en este rincón..."
que muerto de celos cayó del cielo hasta el mismo sol...
Y es que el tango es más tango
cuando es de la Viña.
Ya se canta, ya se baila,
cosa más sencilla.
Y es que el tango es del barrio
que lo vio nacer.
Y es por eso que sabe a besos del mar,
y es por eso que te envenena sin más
hasta llegarte a enloquecer.
Y es puro fuego...
que cuando se canta te quema el alma:
tango viñero, tango viñero, tango viñero.
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