Los tres evangelistas -Mateo, Marcos y Lucas- relatan en las Sagradas Escrituras el acontecimiento de la Transfiguración del Señor, cuando nuestro Señor Jesucristo se apareció ante Sus discípulos más cercanos en el resplandor de la luz Divina, revelando que Él es el verdadero Hijo de Dios, Quien unió dos naturalezas en una Persona divina - divina y humana.
El Señor se transfiguró ante los apóstoles para establecer en sus corazones la fe en Él como Salvador. Jesucristo, sabiendo que se acercaba el tiempo de su sufrimiento y muerte en la cruz, y que los testigos de éste, sus discípulos, podían ser tentados por su humillación y duda, tuvo que explicar a los discípulos el misterio del sufrimiento y de la muerte voluntaria. y, así, confirmar su fe en ellos.
"El Señor les reveló Su Reino", explica San Efrén el Sirio, "antes de Su humillación y Su honor antes de Su deshonra, para que cuando los judíos lo prendieran y lo crucificaran, supieran que Él fue crucificado no por debilidad, sino por su favor, voluntariamente, para la salvación del mundo".
Otro punto importante: transfigurando ante los apóstoles, el Señor Jesucristo también da testimonio de la primacía de la experiencia viva de conocer a Dios y comunicarse con Dios, enfatizando la importancia de la transfiguración, la transformación espiritual y la renovación. La verdadera vida cristiana no puede existir sin procesos de transformación. Sólo cambiando, apartándose del mal, siguiendo el camino de la santidad, una persona puede conocer a Dios.
Por eso, la Fiesta de la Transfiguración es un día de toma de conciencia de la propia vocación cristiana para cada uno de nosotros. La transformación es la llamada de Dios a nosotros, y cada uno personalmente dé una respuesta digna a ella con su fe y vida piadosa.
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