El gran Jaime Guardia y en la voz el sentimiento de Margot Palomino.
Era 1952. Ni bien bajó del escenario del Coliseo Lima, que estaba en Breña, se le acercó un señor blanco, de bigotes y ojos chispeantes, quien lo saludó en quechua y lo abrazó efusivamente.
Yo también le respondí en quechua. Eso le gustó y me siguió hablando. Después me enteré que ese señor era el escritor José María Arguedas. Nos hicimos buenos amigos, cuenta el gran charanguista ayacuchano Jaime Guardia (Pausa, 1933).
Recuerda que toca charango desde niño, cuando le compraron un charanguito que los artesanos traían, a montones, en costales, a la feria. Eran hechos de sauce, rústico. El charango fue mi juguete desde niño, confiesa el músico.
Me hice charanguista porque crecí entre música. En mi familia todos tocaban algún instrumento. Y siempre me tenían junto a ellos, era un gracia seguro tener a un niño músico. Así aprendí a tocar guitarra, violín, bandurria, pero más me gustó ser charanguista, dice.
Años más adelante, cuando sospecharon que se iba quedar como músico, su padre se opuso.
Pero Jaime Guardia no dejó su instrumento. Tocaba a escondidas y después ocultaba su charango en el monte, bajo ruma de pajas o entre arbustos. No lo llevaba a casa.
Se aferró al charango y no hubo quien los separe. En los años 50, época en que conoció a Arguedas, formó la famosa Lira Pausina con Jacinto Pebes y Luis Nakayama.
CONSEJOS DE JOSÉ MARÍA
Yo cultivo la música tradicional de Ayacucho y de otros pueblos de la sierra. Algunas son recopilaciones y otras son mis propias composiciones, afirma el maestro.
En eso soy fiel a José María. Él nos aconsejaba respetar la música de nuestros pueblos, que no distorsionemos, que no la comercialicemos, sostiene el charanguista.
¿Qué le significa la música de Dina Páucar o Sonia Morales?
Eso son las fusiones, donde influye lo comercial. ¿Esa música qué representa? ¿Cuál es la identidad, su historia? Sus trajes de luces ¡Esos trajes solo tienen los toreros! Reciben el apoyo de empresas cerveceras. ¿Usted cree que a esas empresas les interesa el folclor. No, ellos están allí por su negocio.
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