Madrid, 28 nov (efesalud.com). El tratamiento de los trastornos de conducción eléctrica del corazón que producen diferentes tipos de bradicardia, como la enfermedad del seno, el bloqueo auriculoventricular o los bloqueos de rama izquierda o derecha del haz de His, se lleva a cabo con la implantación de un marcapasos, el sustituto artificial del nódulo sinusal.
Se emplea cuando estas bradicardias, enlentecimientos del ritmo cardíaco por debajo de los 60 latidos por minuto, producen mareos, cansancio sin causa aparente, falta de aire y desmayos -síncopes-, e incluso vahídos, leves y momentáneas pérdidas de conocimiento.
El marcapasos es un dispositivo muy pequeño que ayuda al corazón a latir a un ritmo constante. Sustituye la función eléctrica del nodo sinusal, nuestro marcapasos natural.
"Se compone de un generador de impulsos eléctricos que incluye un circuito integrado que percibe los latidos del nodo sinusal y envía las señales oportunas para normalizar el ritmo cardíaco de forma automática, segura e inteligente", dice el cardiólogo.
También dispone de uno o dos cables, incluso de tres, según la necesidad auriculoventricular del paciente.
"Uno se conduce hasta el ventrículo derecho del corazón, lo más habitual; y el otro, cuando es necesario, hacia la aurícula derecha. En este caso se denominan bicamerales", detalla.
El marcapasos se mantiene siempre activo mientras su batería conserve la energía. Esta pila se cambia cada seis, ocho o diez años, según el modelo del dispositivo, "aunque su duración es mayor a medida que evoluciona la tecnología", apunta.
Los llamados "marcapasos a demanda" funcionan solo cuando se produce el ritmo lento o bradicardia. Cuando detectan un ritmo cardíaco acelerado, taquicardia, se desactivan.
El marcapasos, normalmente del tamaño de una caja de cerillas, se coloca en el interior del cuerpo humano, a la altura de la clavícula de uno de los dos hombros.
Existen otros modelos de marcapasos más vanguardistas, que no necesitan cables eléctricos.
"Tienen forma de supositorio, pesan dos gramos y miden 42 milímetros; apenas ocupan un centímetro cúbico en el interior del corazón. Se colocan directamente en el ventrículo y se anclan, todo con la ayuda de un catéter que se guía a través de la arteria inguinal. Su microordenador vigila el ritmo cardíaco y decide cuándo y cómo se liberan los impulsos eléctricos", informa el galeno catalán.
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