Los dedos largos realizan movimientos de abducción, aducción, flexión y extensión, asociados a ligeros movimientos de pronosupinación. Para partir se evalúa la extensión de los dedos y luego se pide al paciente que los flecte. Estos se deben flectar de forma armónica, progresivamente desde cubital a radial. Al flectar solo las articulaciones metacarpofalángicas e interfalángicas proximales, los dedos largos apuntan hacia el tubérculo del escafoides, sin sobreponerse entre ellos. Si esto ocurre, se llama clinodactilia, y se debe sospechar una fractura o mala unión de los metacarpianos y/o falanges. Si el paciente no es capaz de realizar puño, se debe evaluar si es posible por la movilización pasiva. Para indicar la máxima flexión a la que llega se registra la menor distancia que alcanza entre el pulpejo y la palma.
El pulgar, en cambio, posee una particularidad, que es su capacidad de oposición. Esto distingue la mano del hombre de los otros primates. Se evalúa pidiendo que oponga el dedo pulgar con los dedos largos (desde el índice al meñique) y la palma.
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