La ciudad de los canales y los tulipanes está en una encrucijada. Por un lado, depende de los turistas y su búsqueda de experiencias peculiares, como las drogas y el Barrio Rojo, para mantener su economía en movimiento. Por otro lado, los residentes están cada vez más hartos del turismo masivo y sus consecuencias, y luchan por preservar su calidad de vida. Encontrar un equilibrio entre su fama como “ciudad de la libertad”, el atractivo turístico y el bienestar de la comunidad local se ha convertido en un desafío clave para esta hermosa ciudad de los Países Bajos. ¿Qué opinan, quién tiene la razón aquí?
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