Las buenas prácticas en seguridad informática son esenciales para proteger la integridad, confidencialidad y disponibilidad de los datos. Incluyen la implementación de políticas robustas de contraseñas, actualizaciones regulares de software y sistemas, la utilización de firewalls y antivirus, así como la concienciación y capacitación continua del personal en cuestiones de seguridad. El monitoreo constante de posibles amenazas, la realización de copias de seguridad periódicas y la adopción de medidas de cifrado también forman parte de estas prácticas, garantizando una defensa integral contra ciberataques y contribuyendo a la protección de la información sensible y los sistemas tecnológicos.

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