No recuerdo exactamente en que año conocí al maestro Raúl García Zárate. Había escuchado sus grabaciones y siempre me pareció increíble, genial y todos los calificativos que acertadamente se merece. Lo que si recuerdo es dónde. Mi encuentro real con la guitarra ayacuchana llegó a través de un amigo de trabajo: Jorge “Koki” Límaco Barnett (buen guitarrista), cuyo padre Don Alejandro Límaco Tupia era un gran músico (laudista y guitarrista), patriarca de una gran familia de 11 hijos y muchos nietos, bisnietos, etc (todos músicos). Don Alejandro fue profesor de colegio y laudista de la Tuna Municipal de Ayacucho, donde tocaba este instrumento junto a Raúl García Zárate, por lo tanto los unía una gran amistad. “Koki” me llevó a su casa a una reunión, me presentó a su familia y cultivé una gran amistad con todos ellos. Por mi afición a la música les edité un cassete, que luego se convirtió en CD de título “De Ayacucho a Lima” que fue mi primera producción musical. Conversando con Don Alejandro, quien también tocaba guitarra solista ayacuchana me enteré que el maestro Raúl iba a tocar en la municipalidad de Miraflores. Fui a verlo con doble interés, pues Don Alejandro me había prometido presentármelo. Al final del recital así lo hizo y quedé gratamente impresionado por el extraordinario arte de ese pequeño y sencillo hombre que tocaba magistralmente la guitarra. Le pregunté si daba clases y me alcanzó su tarjeta. Lo llamé y empezamos a cultivar una gran amistad que incluyó tres clases semanales durante más de cinco años y cimentamos esa amistad con su esposa Antonieta y la mía. Es en el transcurrir de ese tiempo que fundamos la Asociación Peruana de la Guitarra, un 6 de febrero de 1995 y además realizamos festivales, editamos partituras, etc. En esta ocasión y muchas otras contamos con un gran amigo que siempre tengo presente en mi memoria: Theo Arroyo Morales.
Theo, extraordinario amigo y aficionado a la música me enseñó a escuchar a los grandes maestros del Jazz, género del cual era gran conocedor. Trabajábamos juntos y me conseguía libros y cassetes musicales. Un día comentamos con Don Raúl sobre un documental que yo había visto en un cine. Se trataba de “El doctor de la Guitarra Andina”, corto que se había realizado en blanco y negro, amparado en la ley de fomento al cine que existía en ese entonces. El maestro me expresó su deseo de tener esa filmación en sus manos. Desgraciadamente no tenía la menor idea de cómo empezar la búsqueda. Un día me llamó por teléfono y me da la noticia de que ha encontrado la tarjeta del director del film. Me la alcanzó y le pedí ayuda a Theo para esta búsqueda. No existían celulares ni los medios que existen hoy en día. Empezó la búsqueda llamado al teléfono que indicaba la tarjeta. El número había sido cambiado. Tras mucho esfuerzo se consiguió el nuevo número, pero le dieron la noticia que dicho director se había ido a vivir a la ciudad de Trujillo. Sólo quedaba enviar a Theo a Trujillo, con otro número telefónico que nos habían facilitado, ya que al llamar desde Lima no nos daban una respuesta concreta. Empeñados en nuestra tarea Theo viajó al norte. Al cabo de dos días, me llama y me informa que la persona que buscábamos había muerto y no se sabía el destino de esa filmación. Al regreso de nuestro amigo me encontraba profundamente desalentado. Pero Theo manteniendo el optimismo empezó a preguntar por todos lados. Yo me contagié de su entusiasmo y recomenzamos la búsqueda. Amigos, amigos de amigos, cineastas, amigos de cineastas, profesores de universidades, filmotecas etc, no se encontraba por ningún lado. Tengan en cuenta que esa época las comunicaciones eran sumamente difíciles (sólo existían los teléfonos fijos, y eran pocos los que lo tenían). Pasaron los meses y con Theo seguíamos buscando gastando tiempo y dinero. Finalmente después de 11 meses aproximadamente le dijeron que podría estar en la Universidad de Lima. Grande fue mi sorpresa cuando se apareció un día con la noticia de que se encontraba en la Filmoteca y que podían darnos una copia en cinta VHS, previo un pequeño pago. Pedí cuatro copias de la filmación, la que se encuentra en mal estado de conservación como ustedes pueden ver. Esperamos que se pueda restaurar algún día con los modernos sistemas que existen. Pero esa es otra historia, que alguien tiene que realizarla y contarla. Sólo quiero aprovechar para recordar con gran cariño a mi amigo Theo Arroyo Morales, a quien siempre llevaré en mi corazón esté donde esté por todas las cosas que pasamos juntos (que fueron muchas) hasta el día que me vaya. Ahora pueden ver esta filmación histórica rescatada del olvido. Mario Cerrón Fetta.
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