En el año 1348 sucedió que un sacerdote quiso visitar a algunos enfermos para distribuirles la Comunión. En el camino, mientras intentaba atravesar un río, resbaló en el agua y la píside que contenía las Hostias escapó de sus manos. El pobre sacerdote no tuvo otro remedio que renunciar a la búsqueda de las Hostias dispersas en la corriente. De pronto, algunos pescadores lo condujeron a la orilla porque habían visto que algunos peces tenían en la boca como unos discos blancos que parecían Hostias. Las Partículas pudieron ser recuperadas y luego llevadas en solemne procesión, en compañía de todo el pueblo, hacia la iglesia.
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