MECHÓN
Milton nos espera con su auto detenido en una callecita angosta del centro histórico donde no está permitido estacionar.
Observo y masco tiempo, tal vez más concentrada en el teléfono que no suena que en la fachada neoclásica del teatro Colón, en plena Candelaria.
Y de pronto, centrifugado en el aire se materializa un mechón, una manta, una ráfaga parlante.
La plaza, la calle 11, la historia del piano de cola cargado a lomo de indio. Y en un instante fuimos teletransportados por el gran relator de la calle.
-Por favor, Santi, prendé la cámara.
Me pregunto en qué hueco dormirás esta noche, dónde estarás durmiendo.
Del ñero, nada, nada más que decir. Que la densidad de una nube se posa sobre nuestras cabezas y nos hace corona. Que el pedregullo de su voz seguirá golpeando en mi cabeza hasta todos los días.
Sabe que somos argentinos, sabe que el Papa Francisco visitará Colombia en setiembre, “condicionado al proceso de paz”, tal como señala el extraordinario cronista que es él.
Con su mechón cruzado, es portador de un mensaje que se devela por entregas. Se autoproclama “a mucha honra un ñero. Creo que en tu país le dicen negros”.
![](https://i.ytimg.com/vi/QkmP-L-txxs/maxresdefault.jpg)