Horrible muerte de Franz Ziereis - Comandante NAZI del Campo de Concentración de Mauthausen. 30 de enero de 1933, Alemania. Adolf Hitler, líder del Partido Nazi, es nombrado canciller por el presidente germano Paul von Hindenburg. El régimen nacionalsocialista comienza rápidamente a restringir los derechos civiles y humanos de los judíos e inaugura el primer campo de concentración, Dachau, situado cerca de Múnich. Entre 1933 y 1945, la Alemania nazi y sus aliados europeos establecerían más de 44.000 campos y otros lugares de encarcelamiento, incluidos guetos. Utilizarían estos lugares para realizar trabajos forzados, detener a personas consideradas "enemigos del Estado" y asesinar en masa a millones de personas. Uno de estos perpetradores es el comandante del campo de concentración de Mauthausen, Franz Ziereis.
Franz Ziereis nació el 13 de agosto de 1905 en Múnich, entonces parte del Imperio Alemán. Era comerciante de profesión aunque durante un periodo de desempleo a principios de la década de 1920 trabajó como carpintero.
El 1 de abril de 1924 Ziereis se alistó como militar de carrera en el Reichswehr, el ejército alemán.
Hitler y el Partido Nazi llegaron al poder en 1933 y tres años más tarde, en septiembre de 1936, Ziereis abandonó el ejército con el rango de sargento y se unió a las SS.
Alcanzó la categoría de SS-Obersturmführer, equivalente a teniente primero, y fue asignado como instructor de entrenamiento de las Unidades de la Calavera de las SS, llamadas así por el símbolo del craneo y los huesos cruzados que lucían en el cuello derecho de sus uniformes. Las Unidades de la Calavera, creadas en 1934 por Theodor Eicke, primer comandante de Dachau y posteriormente inspector de campos de concentración, eran una unidad independiente dentro de las SS. Su responsabilidad pasaba por administrar los campos de concentración y exterminio nazis en toda Alemania y posteriormente en la Europa ocupada.
Las unidades fueron entrenadas para comportarse con estricta disciplina y crueldad, y para considerar a los prisioneros bajo su custodia como enemigos del Estado que debían ser destruidos. Así, fueron responsables de ejecutar lo que los nazis llamaron la Solución Final, conocida desde la guerra como el Holocausto, que fue el genocidio de los judíos en Europa.
En 1938 Hitler anunció que se convertirían en unidades militares. Algunos grupos pasaron de la vigilancia de los campos al trabajo en combate, sirviendo en Polonia y la Unión Soviética. Al igual que Eicke había entrenado a las unidades para que fueran despiadadas en su trato a los prisioneros de los campos, actuaban de la misma manera en el combate. Las Unidades de la Calavera eran conocidas por ser guerreros crueles y feroces. Aunque al comienzo de la Segunda Guerra Mundial contaban con 24.000 miembros, incluidos los reservistas, en enero de 1945 esa cifra había aumentado hasta los 40.000.
En 1937 Franz Ziereis asumió el liderazgo de la 22ª "Hundertschaft" o unidad de cien hombres del destacamento "Brandenburgo" de las Unidades de la Calavera de las SS.
Cuando en la primavera de 1938 Adolf Hitler anexionó el Estado Federal de Austria al Reich, Ziereis participó en esta operación con equipos móviles de las Unidades de la Calavera.
El Anschluss, como se conoció, tuvo lugar durante tres días, entre el 11 y el 13 de marzo de 1938. Esta unión fue apoyada por muchos austriacos, entre ellos nazis, que lo veían como una reunificación política, social y cultural con su país hermano, Alemania. Miles de personas acudieron a saludar a Adolf Hitler, el hijo nativo que regresaba a su patria. Para los aproximadamente 200.000 judíos de Austria, el Anschluss marcó un terrible punto de inflexión. A partir de la noche del 11 de marzo y en las semanas siguientes, hubo una violencia similar a la de los pogromos en todo el país. Los nazis austriacos y otras personas golpearon, atacaron y humillaron a los judíos. Les obligaron a limpiar los baños públicos y a realizar acciones humillantes. Muchos decidieron escapar del país y se formaron colas en los consulados de toda la ciudad de Viena. Por todo esto, cuando Hitler regresó a Berlín, fue recibido como un héroe.
El Anschluss fue el primer acto de agresión y expansión territorial del régimen nazi alemán.
A pesar de que los líderes de Occidente lo consideraron una invasión, ningún gobierno hizo nada para detener a Hitler que, sin interferencias, se sintió libre para embarcarse en el siguiente paso de su plan para conquistar toda Europa.
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