El 19 de enero de 1793, la Convención Nacional que comandaba la revolución francesa, resolvió en una reñido sufragio que se definió por apenas un voto, la pena de muerte para Luis XVI. Para ese entonces, Luis XVI ya ni siquiera era rey, había sido destituido del trono un año y medio antes, en 1791, por lo que el tribunal revolucionario llamaba al ex monarca, simplemente, como ciudadano Luis Capeto.

La condena, que obviamente no contaba con suficientes pruebas, era por alta traición a la nación francesa. La Convención, liderada por el grupo político de los girondinos, hizo cumplir la pena finalmente dos días después: el 21 de enero de 1793. Tras subir las escaleras de la guillotina, y al sonido de los tambores, el monarca fue tumbado sobre la plancha de madera, se le colocó el cepo sobre el cuello para mantener fija la cabeza, y se dejó caer la cuchilla.

Se creyó que la ejecución del rey era el punto más radical de la revolución, pero meses después llegaron al poder los jacobinos de Maximilien Robespierre, desatando el período más terrorífico de la historia de Francia.

Hoy, en un capítulo especial de Storiopolis, no vamos a hablar de los jacobinos, eso merece un episodio aparte, vamos repasar la historia que llevó a la ejecución de Luis XVI, uno de los puntos de quiebre más importantes de la revolución francesa. Para comprenderlo, vamos a viajar al punto en donde comenzó la revolución, al año 1789.

Fuentes:
La revolución francesa, de Albert Soboul
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Reflexiones sobre la revolución francesa, de Edmund Burke
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Los orígenes de la Francia contemporanea, de Hippolyte Taine
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