Los albergues para personas migrantes en la Ciudad de México se encuentran saturados desde hace al menos dos meses, algunos de ellos hasta 900% por encima de su capacidad.
Estos espacios, en su mayoría manejados por la Iglesia y la sociedad civil, se sostienen principalmente a través de donaciones. Además, cumplen funciones que van mucho más allá de brindar alimento y cama a las personas durante su tránsito.
Por ejemplo, el albergue Casa Tochan, ubicado en la alcaldía Álvaro Obregón, también brinda apoyo jurídico a sus huéspedes para regularizar su situación en México. Les ayuda a tramitar documentos para poder trabajar, como RFC, y da talleres sobre el uso de la aplicación CBP One para agendar las citas para solicitar asilo en Estados Unidos.
Algunos albergues al sur de la frontera de Estados Unidos atienden a muchos más migrantes ahora que el gobierno estadounidense dejó de considerar la mayoría de las solicitudes de asilo, mientras que en otros no se han producido grandes cambios.
El impacto parece irregular más de una semana después de la entrada en vigor de la suspensión temporal impuesta por Estados Unidos. Los albergues al sur de Texas y California tienen bastante espacio, mientras que hasta 500 deportaciones diarias desde Arizona agobian a los que se encuentran en el estado de Sonora, México, señalaron sus directores.
“Tenemos que rechazar a las personas porque no podemos, no tenemos espacio para todas las personas que necesitan refugio”, lamentó Joanna Williams, directora ejecutiva de Kino Border Initiative, que puede alojar hasta 100 personas a la vez.
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