Un episodio polémico y controvertido de la guerra civil española fue el conocido como "Oro de Moscú", en el que se perdieron de forma permanente las reservas de oro del Banco de España para financiar los gastos de guerra de la República Española.

El presidente Manuel Azaña emitió un decreto que otorgaba al ministro de Hacienda, Juan Negrín, la autoridad para ubicar el oro del Banco de España en el lugar que considerara adecuado. Este último lo trasladó primero a Cartagena y luego, con la aprobación de Largo Caballero, lo envió a Moscú, desde donde nunca regresó.
En aquel entonces España ocupaba el cuarto lugar mundial en cuanto a reservas de oro luego de los Estados Unidos, Francia y el Reino Unido y la mayor parte permanecía a resguardo en los sótanos del Banco de España en Madrid.
El 14 de septiembre un centenar de Carabineros y Milicias tomaron el Banco de España, entraron en la cámara del tesoro ubicado a 35 metros de la superficie y en no más de 30 días sacaron 10.000 cajas de setenta y cinco kilos cada una conteniendo lingotes y monedas de oro y trasladaron los efectivos de “la Motorizada”, el tesoro, vía tren de Madrid a la base naval de Cartagena, la más custodiada de la República.
A fines de octubre gran parte del tesoro fue cargado en los buques soviéticos Neva, Kim, Volgoless y Juso con destino final el puerto de Odessa. En cada barco se trasladaba un funcionario del banco español.
Cuando Stalin se enteró de la llegada del oro realizó un gran banquete con los altos jerarcas del Partido Comunista de la Unión Soviética y en su discurso afirmó: “Los españoles no verán su oro nunca más, como tampoco ven sus orejas”. Para evitar testigos incómodos, los cuatro funcionarios españoles que atestiguaron la entrega y la valoración de lo que se enviaba no pudieron salir de la Unión Soviética hasta dos años más tarde, bajo la condición de que no regresaran a España

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