■ Isaías 42, 1-4
Mirad a mi Siervo,
a quien sostengo;
mi elegido,
en quien me complazco.
He puesto mi espíritu sobre él,
manifestará la justicia a las naciones.
No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará.
Manifestará la justicia con verdad.
No vacilará ni se quebrará,
hasta implantar la justicia en el país.
■ Mateo 12, 9-13
Se dirigió a otro lugar y entró en su sinagoga. Había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Entonces preguntaron a Jesús para poder acusarlo:
— «¿Está permitido curar en sábado?».
Él les respondió:
— «Supongamos que uno de vosotros tiene una oveja y que un sábado se le cae en una zanja, ¿no la agarra y la saca? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer bien en sábado».
Entonces le dijo al hombre:
— «Extiende tu mano». La extendió y quedó restablecida, sana como la otra.
■ Hechos de los Apóstoles 2, 22-24.32-33
Israelitas, escuchad estas palabras: a Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como vosotros mismos sabéis, a éste, entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que ésta lo retuviera bajo su dominio.
A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.
■ Juan 11
Había un enfermo llamado Lázaro. Era de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta.
María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.
Las hermanas enviaron a decir a Jesús:
— «Señor, aquel a quien tú quieres está enfermo.»
Al oírlo Jesús, comentó:
— «Esta enfermedad no es de muerte; es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba. Al cabo de ellos, dijo a sus discípulos:
— «Volvamos de nuevo a Judea.»
— «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.»
Jesús se refería a su muerte.
— «Lázaro ha muerto.»
Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.
Dijo Marta a Jesús:
— «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
Jesús replicó:
— «Tu hermano resucitará.»
Y Jesús viendo a María llorar y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y preguntó:
— «¿Dónde lo habéis puesto?»
Jesús lloró.
Adoración al Santísimo que tuvo lugar el jueves 13 de enero de 2022 en la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes y San Justino, sita en la C/San Juan de Mata, 30 de Madrid, entre las estaciones de metro de Casa de Campo y Batán.
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