Canal Bartimeo
Descubriendo la importancia de llevar una vida cristiana
La laboriosidad
El hombre está hecho para trabajar, para caminar, para respirar. El trabajo puede ser camino hacia Dios; es también la fragua donde se fabrica esta virtud de la laboriosidad.
El esfuerzo, la dificultad, el espíritu de sacrificio acompañan de ordinario a la tarea bien hecha. Para trabajar bien, la persona necesita poner en ejercicio mucho de sí, muchas virtudes humanas, y admitir la incertidumbre acerca de si alcanzará el final que se pretende, mantener esta esperanza y practicar la constancia, la paciencia y el tesón, sostenidos en el tiempo: son estos factores y virtudes indispensables ante toda tarea que se emprende.
El perezoso, el holgazán, el flojo, el indolente son algo anómalo: el hombre no está hecho para vivir así, sino para el trabajo, para que con esfuerzo desarrolle su personalidad, su espíritu creador.
Conviene recordar a Jesús en su taller, y considerar también la actitud que mantenía al realizar su trabajo: cómo vencía la dureza de la madera al serrarla, qué herramientas elegía para cada tarea, su atención al ensamblar y al preparar una espiga, cómo sobrellevaba el cansancio, cómo valoraba los pros y los contras para resolver una duda sobre si era preferible utilizar al caso una barrena o un berbiquí, sobre si convenía o no mojar una tabla; con qué ilusión admitía un nuevo encargo, qué orden de prioridades era el suyo. Un nuevo cliente –estamos seguros– no dejaría el pequeño taller de Jesús sin recibir unas palabras reconfortantes y positivas, que le estimularan.
El mayor gozo en nuestras tareas se encuentra al saber que Dios nos ve mientras trabajamos. Si estamos convencidos de que Él acompaña y comparte los múltiples incidentes que conlleva lo que producimos, podemos incluso sonreírnos ante las dificultades y de las pequeñas equivocaciones que procuramos rectificar. No hace falta contarle nada, basta buscarle en el centro del corazón con la certeza de que está ahí, cercano.
Quienes esparcieron sal en las aceras de la ciudad porque se anunciaba una gran nevada quizá pensaron que estaban realizando un trabajo menor. Sin embargo, bastantes transeúntes pisaron seguros, sin accidentes, al día siguiente; la sal evitó no pocas caídas. Fue una tarea sencilla a pesar del frío; y los resultados, buenos.
«Las tareas profesionales son testimonio de la dignidad de la criatura humana; vínculo de unión con los demás; fuente de recursos; medio de contribuir a la mejora de la sociedad en la que vivimos y de fomentar el progreso de la humanidad entera.
»Para un cristiano estas perspectivas se alargan y se amplían aún más, porque el trabajo –asumido por Cristo como realidad redimida y redentora– se convierte en medio y camino de santificación»
Música: www.motionarray.com
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