El infierno, según la teología cristiana, no fue concebido originalmente para los seres humanos, sino como un destino para el diablo y sus ángeles rebeldes. En Mateo 25:45, Jesús indica que el infierno fue creado específicamente para el diablo y sus demonios, no para la humanidad. Este lugar de castigo surgió debido a la rebelión de Lucifer y sus ángeles. Sin embargo, cuando los seres humanos pecan y no se arrepienten, se alinean con Satanás y, como resultado, son destinados al infierno.
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