8 de noviembre 2010. (SÓLO VÍDEO) Benedicto XVI siguió el emocionante ritual de dedicación de la Sagrada Familia de Gaudí. El Papa ungió con aceite las cuatro esquinas del altar y varios obispos hicieron cruces con crisma sobre las columnas y las paredes de la iglesia.
Encendió incienso sobre el altar para convertirlo en lugar sagrado. Después se cubrió el altar con un mantel, candelabros y flores para la celebración de la misa.
Para terminar, encendieron todas las luces de la iglesia para simbolizar la presencia de Cristo, luz del mundo.
Una vez concluido este ritual, ya se puede celebrar misa en ese altar.
November 8, 2010. (ONLY VIDEO) Benedict XVI performed the stirring ritual of dedication of Antoni Gaudi's Sagrada Familia. First, the Pope anointed with oil the four corners of the altar, while several bishops made crosses with chrism on the columns and walls of the church.
Then, incense was then lighted on the altar to make it sacred. After this, the altar was covered with a tablecloth, candles, and flowers for the celebration of Mass.
Finally, all the lights were turned up in the church to symbolize the presence of Christ, the light of the world.
Once this ritual is completed, Mass may then be celebrated at the altar.
Cuando reflexiona sobre la Sagrada Familia, el Papa ve "una síntesis entre continuidad y novedad, tradición y creatividad". En su opinión, "Gaudí tuvo la valentía de insertarse en la gran tradición de las catedrales" pero "con una creatividad nueva, que renueva la tradición, y demuestra así la unidad y el progreso de la historia" (palabras durante el vuelo). Por ello, en la homilía de la Misa de Dedicación de la Basílica reconocía al genial arquitecto el mérito de lograr "una de las tareas más importantes hoy" como es "superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza".
Antes de aterrizar Benedicto XVI señalaba que "la relación entre verdad y belleza es inseparable". Y fue la belleza de la nueva Basílica (magníficamente transmitida por una realización televisiva de primer nivel) el marco incomparable para lanzar un mensaje de gran carga cultural: "la dedicación de este templo de la Sagrada Familia, en una época en la que el hombre pretende edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada que decirle, resulta un hecho de gran significado. Gaudí, con su obra, nos muestra que Dios es la verdadera medida del hombre. Que el secreto de la auténtica originalidad está, como decía él, en volver al origen que es Dios. Él mismo, abriendo así su espíritu a Dios ha sido capaz de crear en esta ciudad un espacio de belleza, de fe y de esperanza, que lleva al hombre al encuentro con quien es la Verdad y la Belleza misma". La verdad --que en Santiago ponía como inseparable de la libertad- queda aquí unida también con la belleza.
Y como no todo el mundo será capaz de crear estos espacios de belleza que creaba Gaudí, Benedicto XVI quiso concretar este mensaje para la gente corriente que le escuchaba: "Al contemplar admirado este recinto santo de asombrosa belleza, con tanta historia de fe, pido a Dios que en esta tierra catalana se multipliquen y consoliden nuevos testimonios de santidad, que presten al mundo el gran servicio que la Iglesia puede y debe prestar a la humanidad: ser icono de la belleza divina, llama ardiente de caridad, cauce para que el mundo crea en Aquel que Dios ha enviado".
En definitiva, el Papa ha propuesto, de nuevo, la maravillosa historia de amor entre Dios y los hombres. El ruido mediático quizá dejará poco espacio a esta verdad última que se encuentra en el corazón del cristianismo: el hombre y Dios no son enemigos, sino lo contrario, amigos. Y más que amigos: "todo hombre es un verdadero santuario de Dios, que ha de ser tratado con sumo respeto y cariño, sobre todo cuando se encuentra en necesidad". Este es el marco que permite interpretar en su justa proporción -más moral que política- las referencias razonadas y didácticas a la concepción cristiana de la vida, la familia y el matrimonio, que ya han sido ampliamente recogidas por otros medios.
Benedicto XVI ha confirmado en Barcelona su determinación para renovar el viejo continente. Como ya se puso de manifiesto en el Reino Unido, lidera una alternativa positiva al indiferentismo donde la cultura europea posmoderna parece haberse instalado.
Un último apunte. Desde ahora Benedicto XVI ya no será sólo el Papa de la Palabra, sino también de los gestos. ¿Qué otro gesto sería capaz de transmitir mejor la determinación de evangelizar la Europa secularizada, sino la dedicación al culto de un templo de dimensiones tan espectaculares como la Sagrada Familia en una de las capitales europeas más vanguardistas?
Marc Argemí
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