Parece ser prácticamente imposible pasar por la vida sin nunca ser insultado, tratado irrespetuosamente o con desprecio. Estamos rodeados por gente imperfecta que a veces actúa de un modo antipático, en forma grosera y hasta de maneras hirientes. Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto?
Alguien comparó una vez las palabras y los hechos mal intencionados con una mordedura de serpiente venenosa. Si eso le ocurriera, usted sentiría tanto enojo que iría tras la serpiente para matarla; pero mucho más prudente sería quitar el veneno de su sangre lo antes posible. Buscar vengarse solo da al veneno más tiempo para surtir su efecto.
De igual manera, podemos decidir cómo reaccionar ante las ofensas o el veneno de otras personas. De hecho, alguien ha dicho que “el sentirnos ofendidos es una decisión personal; no una condición causada por alguien o por algo”, y esa decisión puede facilitar o entorpecer nuestra curación.
Claro que no deberíamos pasar por alto cosas como la injusticia, la intolerancia, y la crueldad; podemos y debemos hacer nuestra parte para corregir esos males y defender la verdad y la virtud. Pero en la mayoría de nuestras interacciones cotidianas, en las indiscreciones más leves, lo mejor es dejar que la serpiente escape. La capacidad de tomar esa decisión es uno de los mayores dones que Dios da a Sus hijos.
Cuando sentimos que alguien nos trata injustamente, podemos decidir cuál reacción nos define mejor. Cuando alguien es grosero, podemos decidir actuar cortésmente; cuando alguien es desconsiderado, podemos decidir ser amables. La clave está en no permitir que las acciones de los demás interfieran con lo que debemos ser.
Eso puede ser difícil en este mundo a veces agitado, pero cuando apelamos a lo virtuoso que hay en cada uno, el veneno no llegará al corazón, y así, nuestras decisiones nos harán libres.
Episodio 4567 & 4727. Transmite en 26 de marzo 2017.
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