Esta parábola relata cómo un hijo, tras derrochar su herencia en una vida desenfrenada, regresa humildemente a su padre, quien lo recibe con amor incondicional y celebra su retorno con una fiesta. Es un poderoso recordatorio del perdón y la gracia de Dios, mostrando que siempre hay lugar para la reconciliación y la restauración en su amoroso abrazo.
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