¡Mujer de los andes! Resplandecientes amaneceres serranos vislumbran tus ojos oscuros, condenados a morir sobre los hombros de la mística noche. Tus cabellos, ¡frescas fragancias de retamas amarillas!¡pétalos ondulantes en la ladera de la gris montaña! Bajo tus pies, cruzan y asaltan chasquidos eternos ulular de los mecidos vientos oscuridad solo alumbrada por la luna, tu dulce y fina voz, ¡surco vivificante! ¡trino de ave en rasante vuelo sobre la adusta cordillera! ¡El Dios Inti se ha dormido! duerme mecido en tu canto andino ¡inunda tu melodía, las cumbres, los ríos los rojos crepúsculos! ¡Crepita el fuego libertario en tu humilde cuna! ¡Aplaca el gemido de tu quebranto! bebiendo arrobada el zigzagueante haz de luz. Sueños a veces inertes ¿Adónde elevarás tus penas? atada en sutiles cadenas… ¿Hacia dónde caminarás? Voz del viento, dolorida como la triste quena, canto de antiquísimas estirpes que un día florecieron ¡Pequeña esperanza, a ella te aferras! en las esquinas de arcaicas armonías. ¡ríos de mieles atravesando tus infinitos cielos! ¡Noches de estrellas hablándote al oído! ¡Tristezas anudando tu alma de alas heridas! Turban tus alegrías, ¡negros ventarrones asoman! ¡naufragan las semillas! sed de tus campos, ellas arden como el fuego.. ¡Oh Dios! El dolor de ti exprimes ¡retuerces el escombro de la tierra! de sol a sol estirando las estrías sin mediar descanso hablan los silencios...silencios ¡Silvestre flor de los andes! Tus manos de hendiduras profundas acarician al niño, dormitando en tus llanuras Aquí se albergan ¡tus prados, tus aires, tus nubes, tu puna! ¡Aquí yacen mujer tus cándidos suspiros! espiga dorada que eclipsa la mañana ¡Belleza morena! florece la cascada de perlas en tu sonrisa te miran boquiabiertos los yerbajos, los arroyos. ¡Labras con sudor y fatigas! dorando el trigo amasando el pan, cosechando las papas recogiendo, la quinua, la kiwicha de tus milenarios campos ¡Surges como el magno vuelo de un hermoso ave! que asoma en las cumbres de agrestes caminos, en el fuego de la hoguera en lo alto de la vieja montaña ¡Mujer de los andes! descendiente de una raza antigua y misteriosa ¡No te sometas a servil resignación! ¡recuerda, eres arquitecta de tu propio destino! Flor Oliva (Autora)
Raúl L.C. – patricioraul69@gmail.com
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