17 de diciembre de 1939.
El capitán del acorazado Graf Spee, Hans Langsdorff, acorralado por los ingleses, no esta dispuesto a arriesgar la vida de su tripulación y opta por hundir el buque.
Tras enterrar a los marinos muertos en combate, Langsdorff había sido informado que el gobierno uruguayo le daba un plazo de permanencia de 72 horas (no los 30 días que había pedido) que vencía a las 8 de la mañana del domingo.
Al regresar al Graf Spee, a altas horas de la noche, Langsdorff comenzó a dar órdenes a los jefes de las distintas secciones para preparar la voladura del navío. Previamente, se quemaron documentos secretos, volaron la computadora de tiro con granadas de mano y las culatas de los cañones fueron tiradas al río.
El domingo 17 de diciembre de 1939, mientras unos preparaban al barco para su destino final, otros miembros de la tripulación, subrepticiamente, en pequeños grupos, se iban trasladando al transporte alemán Tacoma (alrededor de 900). Con un cielo claro, a las 18.30, el Admiral Graf Spee levó anclas con su pabellón de guerra, salió de Montevideo y navegó hacia el Pontón de la Recalada. El Tacoma también navegó hacia la boca del Río de la Plata. A las 20, seis explosiones y otras detonaciones envolvieron con fuego el barco y tras despedir trozos de hierro comenzó a hundirse. El Tacoma llegó a un punto acordado con Langsdorff en el Río de la Plata y transfirió a los tripulantes a los remolcadores Coloso (en el que viajaba Langsdorff) Gigante y la chata Chiriguana.
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