#LorenzoSantaMaria
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1946: Nunca hay que olvidar a las personas que amas, aunque a veces se nos olvida que jamás deberíamos olvidarlas. Pero, para sacarnos de nuestro error reaparece cada cierto tiempo Lorenzo Santamaría con su ‘Para que no me olvides’, canción romántica que se convirtió en un clásico inolvidable del pop hispano hace más 4 décadas. Su público, sobre todo femenino, no le ha abandonado, con la fortuna de comprobar que aquel fenómeno musical de los años sesenta se ha convertido en un cantante posmoderno que todavía no ha soltado el micrófono y que lleva orgullosamente, la dicotomía entre la balada y el rock.

Lorenzo Rosselló Horrach, más conocido como Lorenzo Santamaría, tomó el nombre artístico del pueblo donde nació el 21 de febrero de 1946 en la isla española de Santa María del Camí, Mallorca. Es el pequeño de siete hermanos que le valió ser el consentido de la familia.

A su padre no lo recuerda, pues perdió la vida cuando él apenas tenía 2 años y entonces su madre, se puso a trabajar en una fábrica de tejidos. La afición a la música empezó con una armónica que le regalaron. Y también con lo que escuchaba por la radio. Pero, a pesar de que estaba de moda, la canción española, es decir la copla y las rancheras mexicanas, no le gustaba en lo absoluto, mientras que la canción francesa e italiana, sí. Un gusto que veían con rareza su familia, pues ninguno de ellos se había dedicado a la música.

A la edad en la que muchos se preguntan qué serán de mayores, ya trabajaba. Sí, desde los 14 años hizo de todo. Fue carpintero como su padre, trabajó como repartidor de camión de una fábrica de gaseosas y botellas. Por cierto, mientras iba de copiloto en dicho vehículo aprovechaba el tiempo para practicar sus clases de solfeo y canto. También fue barbero los fines de semana y delivery de productos de chocolate en Palma. Fue en este lugar que su vida daría un vuelco de 180°.

1967: Eran los 60 y a Lorenzo le despertó la afición por escuchar blues y rock, en ese entonces, The Beatles y The Rolling Stones estaban acaparando el mercado y, justamente, en la isla de Mallorca no faltaban locales que de cara al turismo anglosajón presentaban este tipo de música en directo y en disco.

Fue en esos tiempos, que conoce un músico dependiente de una tienda de discos que necesitaba un cantante y allí empezó todo. En el 65 forma su primer grupo, después pasará a Los Bríos y en 1967 se enrolaría en el grupo de rock progresivo y psicodélico más rompedor de la isla: Los Z-66. En su momento esta banda sería considerada como secundaria en el panorama nacional; sin embargo, el tiempo pone a cada uno en su sitio y hoy día Los Z-66 son considerados uno de los más grandes grupos de los 60. De hecho, editaron varios épes y singles en EMI Records. Uno de sus mayores éxitos fue en el verano del 68 con la versión castellanizada en la voz de Lorenzo del clásico de los Moody Blues “Noches de Blanco Satén”.

Lorenzo aportó el componente vocal del que carecían, y la potente y áspera voz del mallorquín llevó al grupo a sus mejores momentos. En aquellos días, la isla era el punto de encuentro del colectivo “hippie” de distintos países. Su vida era muy bohemia y sin tapujos.

Esa vida lo llevó a hacer varias locuras, como la de arrancar flores de los jardines y regalárselos a sus fanáticas en las discotecas donde se presentaba.

Pero si por alguna cosa serán recordados los Z-66 es por haber tocado con el mismísimo Jimi Hendrix, ¿cómo pasó esto? Su mánager, Mike Jeffery, tenía dos salas en Mallorca llamadas: Toltec y Haima, en las que la banda tocaba. Luego abrió otra y para la inauguración trajo a Jimi y su grupo, The Experience. Él hizo su concierto, que fue un escándalo, pues agujereó el techo de yeso con su guitarra. Al día siguiente, mientras tocaba Z-66 aparece y se subió al escenario para tocar juntos.

En 1970 la banda tocaba a su fin y editan un último e interesante single: Despierta el Amor.

Luego, Z-66 se fue disolviendo poco a poco y el punto final lo puso Lorenzo Santamaría, que se lanzaba como solista. Los demás miembros siguieron un año más, para desaparecer finalmente.

1973: A partir de esta década hubo un cambio de moda. Los conjuntos ya no funcionaban tanto y se impusieron los cantantes solistas. Es así como las casas discográficas empezaron a buscar en los grupos a los vocalistas para lanzarlos en solitario.

Camilo Sesto con Los Botines, Juan Bau con Los Pikens, Pablo Abraira de Los Grimm, Juan Pardo de Los Brincos, Lorenzo Santamaría de la banda Z-66, fueron algunos de los cantantes lanzados como solistas en esta época. Sí, cada uno de ellos, fueron fichados para publicar un disco sencillo, en el caso del mallorquín en 1971 vio la luz su tema “Canto al amor”, una adaptación de la sinfonía n.º 8 del compositor Franz Schubert.

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